¿Alguna vez te has preguntado por qué a algunas personas les excita oler bragas usadas? Aunque a simple vista pueda parecer raro o incluso tabú, lo cierto es que este fetiche no es tan extraño como parece. De hecho, tiene explicaciones muy interesantes desde la psicología, la biología… ¡y hasta la evolución!
El poder del olor en la excitación
El sentido del olfato está directamente conectado con el sistema límbico, una de las partes más primitivas del cerebro, donde residen nuestras emociones y respuestas instintivas, como el deseo sexual. Por eso, ciertos olores pueden disparar reacciones físicas inmediatas, sin que tengamos que racionalizarlas. Y sí, el olor de unas bragas usadas puede ser un auténtico desencadenante erótico para muchas personas.
¿Qué hay detrás de este fetiche?
Oler ropa interior usada puede relacionarse con una atracción por lo auténtico y lo íntimo. No es solo el olor, sino lo que simboliza: cercanía, deseo no filtrado, y una conexión directa con la otra persona. En el caso de las bragas mojadas, por ejemplo, el olor puede indicar excitación femenina, lo que a nivel subconsciente puede reforzar la sensación de “haber sido deseado” o “haber estado cerca de ese momento íntimo”.
También hay quienes encuentran placer en la parte prohibida o secreta del fetiche. El simple hecho de comprar bragas usadas puede suponer para muchos un juego psicológico en el que el morbo y la transgresión juegan un papel clave.
¿Y si tú también te excitas vendiéndolas?
Lo interesante es que este fetiche no solo despierta excitación en quienes compran, sino también en quienes venden. Algunas mujeres sienten poder, validación o incluso morbo sabiendo que sus braguitas usadas generan deseo. Y no, no tiene nada de malo: se trata de entender cómo funcionamos y aceptar nuestros gustos desde el autoconocimiento.
Además, la industria de la venta de bragas usadas se ha profesionalizado tanto que muchas personas ya no solo lo ven como un fetiche, sino también como una forma de generar ingresos. Si lo piensas, es un win-win.
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